COMICS FRENTE AL MACCARTHISMO | Ilustradora Madrid Dibujante Freelance | Estefanía Córdoba
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Dibujante freelance comics

COMICS FRENTE AL MACCARTHISMO

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En pleno auge de la caza de brujas maccarthista, un comic-book de ciencia-ficción editado por la compañía EC presentaba el episodio de ocho páginas For Us the Living (<Weird Fantasy», núm. 20, julio-agosto, 1953) con guión de Albert Feldstein y dibujo de John Severin y Bili Elder. Su desarrollo pudiera resumirse como sigue:
«La mañana del 12 de abril de 1953, dos agentes del FBI entraron en el edificio de la Comisión de Energía Atómica. Llegaron al despacho del doctor Crowell, el cual se levantó resignado cuando supo quiénes eran.. – » Una vez en los locales del FBI, el científico admitió que sus documentos de identificación y su certificado de nacimiento estaban falseados. A la pregunta inmediata de si confesaba ser un espía en busca de secretos atómicos, respondió que no trabajaba para ninguna potencia extranjera, sino tan sólo para la «República de la Tierra», obteniendo el comentario de que no deseaban discutir sus ideas sociales.
A continuación, llevado el interrogatorio ante muy altas instancias, Crowell explicaba su pertenencia a otro mundo y las características del mismo. «Era un mundo de fraternidad, libertad y paz. Todas las razas vivían en armonía, sin discriminación alguna por el color o por el credo. Todas las naciones se habían desarmado y unido bajo un gobierno común, conocido como la República de la Tierra.» En el seno de aquel paraíso, con extraordinarios adelantos científicos y con la fuerza atómica utilizada en bien de la Humanidad, el doctor Crowell había llegado a inventar una máquina del tiempo y decidió estrenarla en secreto retornando al lugar de la Historia donde su mundo comenzara a edificarse: Estados Unidos bajo Abraham Lincoln.

Fue entonces, tras regresar al 14 de abril de 1865 en Washington, cuando Crowell cometió un grave error y cambió la Historia a la que ahora conocemos. Su presencia junto al palco de Lincoln en el teatro distrajo momentáneamente a los custodias del presidente y dio paso a que éste fuera asesinado. Crowell huyó hacia su mundo, pero ya no existía: había quedado borrado por el nuevo curso de los hechos y sustituido por el que conduciría a nuestra actualidad. Por ello, Crowell trabajaba en la Comisión de Energía Atómica a fin de conseguir el combustible nuclear que requería su máquina del tiempo para devolverle junto al palco de Lincoln, evitar el histórico magnicidio y permitir la recreación del universo arribado a la República de la Tierra.

El FBI, tras asegurarse de que Crowell no podía probar nada de lo dicho, le confiscaba la máquina, con vistas a su destrucción, y enviaba al científico a la cárcel. Luego, el alto mando que había tomado las decisiones comentaba: «Por fortuna, le descubrimos antes de que lograse su intento… Lo importante es que nuestro mundo, bueno o malo, es nuestro. Quizá nosotros no existiríamos en su mundo.»

Esta parábola transparenta la intencionalidad crítica de los comic-books EC hacia ciertos aspectos concretos de la sociedad norteamericana en la primera mitad de los años 50: racismo, intolerancia, guerra fría, belicismo, represión policíaca, hipocresía moral, corrupción administrativa… Que tal actitud denunciatoria no se manifestara únicamente en episodios aislados de algunos comic-books, sino a través del contenido general de todas las publicaciones EC, y que precisamente éstas (con una elevada calidad artística) gozaran de una difusión y una aceptación masivas, constituyeron los hechos determinantes de que el sistema cayera sobre las mismas.

La caza de brujas empleó para ello sus clásicos recursos. Un reproche específico que, simultáneamente, enmascarara la auténtica realidad y excitase a la opinión pública: ligar las narraciones con temática de «horror» de la EC al aumento de la delincuencia juvenil. Una investigación desde el poder que otorgara respaldo oficial a todo acto contra las revistas perseguidas: actuación del Subcomité del Senado para la Investigación de la Delincuencia juvenil en 1954. Una serie de medidas represivas desde diferentes niveles de la Administración, que incluyeron tanto alguna prohibición de venta como el arresto personal. Un implícito ofrecimiento en bandeja a la competencia para que se beneficiase comercialmente contribuyendo a eliminar a la molesta editorial (lo que se tradujo en la aprobación, por la industria del medio, de un Código Moral de los comics-books con una serie de autorregulaciones destinadas en primer término a clausurar las revistas EC). Una agradecida permisividad hacia aquellos sectores más retrógrados y puritanos de la comunidad que atacaran de una u otra forma las susodichas publicaciones, incluso quemándolas y boicoteando su exhibición o venta. Un aliento constante a la prensa reaccionaria para que diera el máximo sensacionalismo a las protestas contra la editorial.

De este modo, y a lo largo de un último año durante el cual la agresividad maccarthista fue contestada desde los comic-books EC con una crítica socio-política aún más intensa que antes, dejó de existir paulatinamente el mejor grupo de revistas de narrativa dibujada generado por la Historia de los comics.

El alucinante período de la «caza de brujas» desencadenada a partir de 1947 por el Comité de Actividades Antiamericanas, y fanatizada hasta límites casi increíbles desde 1950 por el senador Joseph McCarthy, se vincula preferentemente, en su repercusión cultural, con el ámbito del cine. Por contra, se acostumbra a olvidar o a ignorar la profunda relación del maccarthismo ccn la evolución de los comics, siendo así que la caza de brujas trajo consigo la caída de las publicaciones EC y que, además, esta colectiva obra maestra de la narrativa dibujada no sólo fue víctima del maccarthismo, sino también uno de sus más palpables adversarios culturales. Ya los comics de la prensa emitieron críticas acerbas contra el lúgubre senador de Wisconsin y sus acólitos, destacando en tal postura la serie de fauna antropomórfica Pogo de Walt Kelly y la saga satírica de Al Capp, Li’l Abner (ésta, tradicional vapuleadora de la extrema derecha y suscitadora para su autor de la frase maccarthiana «quien se burla de su país es un traidor peligroso»). Pero los comics que con máxima intensidad y coherencia, así como con un impacto mayormente ininterrumpido, atacaron la involución y la represión ideológicas durante la guerra fría, fueron los producidos por William M. Gaines para las revistas bajo la marca EC.

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