La caricatura en el cómic
También la caricatura es un arte antiguo. Disponemos, entre otros, de un buen número de retratos caricaturescos realizados por Gian Lorenzo Bernini, el padre del arte barroco.
Aunque estén ligadas al humorismo y a la comicidad, no todas las caricaturas son, sin embargo, cómicas. El lugar históricamente privilegiado de la caricatura ha sido la sátira, política y social; y en no pocas ocasiones la viñeta de sátira social aprovechaba el aspecto grotesco de las figuras caricaturizadas para obtener efectos más dramáticos que cómicos. Ejemplar es, por ejemplo, la obra de denuncia de Honoré Daumier, en la Francia de la primera mitad del siglo XVIII.
Y desde el punto de vista etimológico el aspecto cómico también se representa en la caricatura, por así decirlo, aunque de pasada. La caricatura es ese modo de representar personajes y objetos que destacan ciertas características, deformándolos para expresar alguno de sus aspectos en detrimento de los otros. Más que lo cómico, aquello que caracteriza las caricaturas es lo grotesco, y lo grotesco puede a su vez ser utilizado para diversos fines expresivos: situaciones humorísticas, situaciones marginalmente irónicas, situaciones de pesadilla, de alucinación, exasperaciones expresivas. Como hijo de la viñeta satírica, el cómic hace un gran uso de la caricatura desde sus comienzos, hasta el punto de haber creado en nuestra cultura una intensa identificación entre imágenes caricaturescas e imágenes de cómic. En 1929, con los primeros cómics de Tarzán, comienzan a realizarse unos cómics que muestran representaciones «realistas», no caricaturescas, de los personajes. El cómic de aventuras y el policíaco, invenciones de los años veinte y treinta, imponen la imagen no caricaturesca. Antes, sin embargo, a pesar de la tendencia a representar las figuras de manera más o menos caricaturesca, no todo el cómic había sido humorístico; también el fantástico, como la espléndida saga de Little Nemo de Winsor McCay, había ocupado su sitio. Y aún cuando nacen el cómic de aventuras y el policíaco, la caricatura no abandona al cómic, ni siquiera en los nuevos géneros. Si Tarzán, Flash Gordon, X-9, Tim Tyler’s Luck, Radio Patrol y muchos otros dibujantes de cómics adoptan el nuevo estilo realista, tratando de recuperar estilo e instrumentos de la ilustración de aventuras, cuando no estilos clásicos y cultos, hay al mismo tiempo otros cómics, sobre todo policíacos, pero también de aventuras, que prefieren mantener un estilo un tanto híbrido, que no se aleje nunca demasiado de la caricatura, incluso contando vicisitudes que no tienen nada o casi nada de humorístico. Es el caso de Wash Tubbs, de Dick Tracy, de Terry and the Pirates, de Red Barry, de Buck Rogers, de The Spirit y de tantos otros. En años recientes, además, con el nacimiento del llamado «cómic de autor», primero en Francia y Argentina, y luego en Italia, en España y en Estados Unidos, el uso de la caricatura ha vuelto a revestir gran importancia sobre todo para las vicisitudes no humorísticas. Este estilo ha revelado, gracias a las indicaciones de autores como Chester Gould (Dick Tracy), Will Eisner (The Spirit), Hergé (Tintín), y a través de la recuperación de la tradición pictórica expresionista, un instrumento de caracterización de sentimientos y emociones mucho más poderoso que la denominada representación «realista». En los próximos posts, de esta guía para dibujar cómics, veremos algunos ejemplos recogidos de estos tres estilos de caricatura en los cómics: en el cómic humorístico tradicional (tanto en el pasado como en el presente), en el cómic de acción de los años treinta y cuarenta, y en el «cómic de autor» de nuestros días.Las preguntas que nos haremos en cada uno de los casos son: ¿por qué el cómic hace un uso tan amplio de la caricatura? ¿Qué uso hace en particular el cómic que estamos analizando?