Cómo Pintar Acuarelas
¿Por qué pintar acuarelas?
Los acuarelistas se muestran entusiasmados con su arte. Una vez lo dominan, parecen como inspirados por una pasión singular que les une a todos y les hace sentirse como miembros de una «sociedad» universal. Algo así como los amantes del buen vino, de la navegación a vela o de la equitación. Si le pedimos al pintor de acuarelas que nos defina la magia de su medio, seguramente nos hablará de tres cualidades únicas: transparencia, velocidad y espontaneidad.
Transparencia.
Tal como sale del tubo, la acuarela es una combinación de color hermosamente pulverizado llamado pigmento; un adhesivo soluble al agua llamado goma arábiga, que encolará los pigmentos al papel de la acuarela; y un poco de agua, la necesaria para que estos tres elementos se mezclen en una pasta espesa. Exprima el tubo y deposite un poco de esta pasta en la paleta. Moje un pincel en la pasta de su paleta, y empiece a moverlo en forma de remolino hasta formar un pequeño charco de color líquido. Este charco es básicamente agua teñida, tan clara y transparente como el agua potable, sólo que algo oscurecida por un poco de color. En la paleta, el color es como una lámina de vidrio. Puede verse claramente la superficie de la paleta a través de él. Y cuando se empieza a pintar, la iluminación del estudio brilla a través de la capa de pintura, golpea la superficie blanca del papel, y parece rebotar a través de la capa multicolor como la luz solar atravesando un vidrio de color. Toda la acuarela está repleta de luz. Esto explica por qué los pintores de acuarelas se sienten especialmente fascinados por pintar los efectos de la luz y la atmósfera en motivos exteriores, tales como paisajes y escenas marinas.
Velocidad.
Cuando el agua se evapora, la pincelada o la capa de color se seca. Aunque en realidad aquella pincelada empieza a secarse tan pronto como el color líquido toca el papel. Durante uno o dos minutos —mientras el color mojado permanece brillante— se puede remover o mezclar más pintura líquida. Pero tan pronto la superficie del papel empieza a perder su brillo, el color líquido empieza a fijarse. Entonces es mejor parar y dejar que se seque. De lo contrario se corre el riesgo de dejar rayas y manchas desagradables. Si se sigue pintando sobre la superficie húmeda, es muy probable que se produzcan las conocidas y temidas marcas que los profesionales de las acuarelas llaman abanico, por su peculiar y desigual borde. Dicho en pocas palabras, las acuarelas obligan a ser rápido. Se puede planear cuidadosamente el cuadro: decidir exactamente lo que se quiere hacer, pintar con toda decisión, luego pararse. Cada cuadro es emocionante. Es una carrera contra reloj, un reto para la capacidad de decisión y el control del medio. Las acuarelas son para los amantes de la velocidad y la acción.
Espontaneidad.
A causa de este tiempo de secado tan rápido, uno se ve obligado a manejar el pincel de manera rápida y libre. Igual que un general planeando su ataque, se debe prever todo antes de dar la orden de ataque. Una vez iniciada la acción no hay retirada posible. Tan pronto como el pincel toca el papel, el reto es hacer el trabajo con un mínimo de rápidas e intrépidas pinceladas. Quizá por esto, una buena acuarela produce una fuerte sensación de algo nuevo, vivo y espontáneo. Un siglo después de ser pintado un cuadro, el curioso que lo contempla puede seguir compartiendo el placer del artista que lo pintó.
Resistencia al tiempo.
Sí, una acuarela durará un siglo o más, aunque aparentemente sólo sea agua teñida sobre un simple papel. Si se usa buen material, que no se descolore, y se guardan los cuadros en un lugar seco, la delicada capa de color en el papel durará tanto como una fuerte y correosa capa de pintura al óleo en un lienzo.
La aguada.
Existen cuatro formas básicas de aplicar color líquido al papel. Una pintura plana, o sea un área de color con la misma densidad en toda la superficie. Una gradación de agua, la cual empieza oscura en un extremo y se va aclarando gradualmente hasta alcanzar el otro extremo. Luego la técnica llamada del pincel seco, que consiste en trabajar con el pincel muy ligeramente mojado de color. Y finalmente la técnica a la aguada, o sea colorear en una superficie mojada de modo que las pinceladas se entrecruzan y funden.
Efectos especiales.
Son trucos técnicos como la creación de líneas y tejidos mediante raspado o rascado. También se puede alterar una acuarela por el procedimiento o raspado con esponja, lavado, rascado o difuminado.
Tubos y pastillas.
Las acuarelas normalmente se pueden adquirir en tubos de metal del tamaño del dedo pulgar o bien en pastillas dentro de pequeñas latas de metal o plástico. El tubo contiene la pasta húmeda con la que se unta la paleta. La pintura en las pequeñas latas está seca, pero se disuelve en seguida al entrar en contacto con un pincel húmedo. Las tabletas guardadas en sus correspondientes cajas metálicas, son aconsejadas para pinturas rápidas sobre la marcha. Pero las pastillas son útiles sobre todo para cuadros pequeños —que no sobrepasen el doble del tamaño de esta página— puesto que la pintura seca en pastillas es óptima para mezclar pequeñas cantidades de color. Los tubos se utilizan mucho más y son más populares. El color húmedo de los tubos producirá rápidamente las pequeñas mezclas deseadas para cuadros pequeños, o mezclas mayores para cuadros grandes. Si se debe escoger entre tubos o pastillas, cómprense tubos. Más adelante siempre se está a tiempo de comprar pastillas si se quiere tener un equipo especial de acuarelas para pintar motivos exteriores.
Selección de color.
Es cierto que los colores de la naturaleza son infinitos, pero muchos pintores profesionales pueden hacer frente a esta gama infinita de colores con sólo once tubos de color, o incluso con menos. Una vez se aprende a mezclar los distintos colores en la paleta, es sorprendente la gran cantidad de colores que se pueden conseguir. Seis de esos colores son primarios —dos azules, dos rojos, dos amarillos— o sea que no se pueden lograr con la mezcla de dos primarios. Sólo dos son secundarios —naranja y verde— o sea que se pueden obtener mezclando otros colores. Se puede obtener una rica variedad de verdes combinando varios azules con amarillos. Esto quiere decir que los secundarios no son imprescindibles. No obstante, el disponer de ellos ahorra mucho tiempo. Los otros tres colores para completar los once son los que los pintores llaman colores neutros: dos tonalidades del color marrón y el gris.
Azules.
El azul ultramar es un azul oscuro y suave que produce una rica variedad de verdes si se mezcla con el amarillo. Si se mezcla con los colores neutros da gran variedad de grises, castaños y pardo-marrones. El azul celeste es un azul claro y brillante, muy usado para paisajes celestes y efectos atmosféricos. Más adelante, quizás en algún momento le guste intentar sustituir el azul celeste por el azul cobalto; el azul cobalto es más brillante, pero debe usarse en pequeñas cantidades pues tiende a dominar cualquier mezcla.
Rojos.
El carmesí alizarina es un rojo purpúreo; combinado con amarillos produce preciosos naranjas, mezclado con azules da refinados violetas, y mezclado con verdes produce excelentes tonalidades oscuras. El rojo de cadmio claro es un rojo deslumbrante con cierta tendencia hacia el naranja. Produce naranjas vivos si se combina con los amarillos, tonos cobrizos si se combina con castaños, tonalidades oscuras sorprendentes (excepto violetas) si se. mezcla con los azules.
Amarillos.
El amarillo de cadmio claro es brillante y resplandeciente. Mezclado con rojos produce naranjas luminosos, y combinado con azules da unos verdes preciosos. El ocre amarillo es bastante más suave, algo así como amarillo color canela, el cual produce unos verdes muy delicados si se combina con azules, y anaranjados variadísimos si se mezcla con los rojos. Tanto el rojo cadmio como el amarillo de cadmio tienden a dominar las mezclas, por tanto hay que utilizarlos en pequeñas cantidades.
Naranja.
El naranja cadmio se puede crear mezclando el amarillo de cadmio claro con el rojo de cadmio claro. Pero es realmente un naranja precioso y brillante, muy conveniente de tenerlo ya preparado.
Verde.
El verde Hooker (verde esmeralda) es opcional pero muy conveniente, igual que el naranja cadmio. En realidad se pueden mezclar gran cantidad de verdes. Con todo hay que evitar abusar de este verde. Hay que aprender a usar los muchos verdes que pueden obtenerse a partir de combinaciones de azules con amarillos. Resulta interesante intentar formar otros verdes modificando el verde Hooker con los otros colores de la paleta.
Marrones.
El color de tierra sombra tostada es un marrón suave que produce preciosos grises castaños y azules si se mezcla con azules, suaves verdes frondosos si se combina con verdes, y cálidos colores otoñales si se mezcla con rojos, amarillos o naranjas. El siena tostado es un color castaño anaranjado brillante que produce una gran variedad de grises azulados y grises marrones si se mezcla con azules, aparte de ricos tonos cobrizos si se combina con rojos y amarillos.
Gris.
El gris Payne tiene unas tonalidades azules muy características, que lo hacen especialmente popular para pintar cielos, nubes y efectos atmosféricos.
Ní blanco ni negro.
Tal vez esté sorprendido de que en esta lista de colores no aparezcan ni el blanco ni el negro. De hecho, después de practicar y experimentar la mezcla de colores, descubrirá que el negro no es necesario. Puede combinar una amplia gama de oscuros mucho más interesantes, mezclando, por ejemplo, azules y castaños, rojos y verdes, naranja y azul. Además, combinaciones de azules y castaños dan unos pardos oscuros mucho más interesantes que con el negro. En cuanto al blanco, el propio papel de la acuarela proporciona todo el blanco necesario. Aclare una mezcla con agua, no con pintura blanca; el papel blanco brilla a través del color transparente. Mézclelo luego con color para obtener la tonalidad exacta que desee. Si una zona debe quedar completamente blanca, basta con dejar el papel en blanco.