Rowena Morrill: Contra un mundo masculino
Se ha reprochado a los ilustradores fantásticos que los sueños que producen tan sólo proceden del mundo masculino de las ideas. Esta crítica se dedica tanto a los musculosos héroes del género, quienes dominan sus reinos de ilusión con mano dura y cruel, como a las mujeres —singulamente hermosas— que se distribuyen a su alrededor sólo por motivos decorativos. Desde Rowena Morrill, parece que la crítica declinó.
Con sus grandiosos diseños, que nada tienen que envidiar a los de sus colegas masculinos, esta americana se hizo con un puesto de primera línea, en un breve plazo de tiempo, entre los artistas fantásticos. No tardaron en surgir comparaciones como «la Boris Vallejo femenina». Sin embargo, cuando se compara la obra de Rowena, hay que reconocer la personalidad y originalidad de estos dibujos. Estos trabajos cubren un amplio sector temático, lo cual ya permite descubrir que la solicitada ilustradora apenas puede contener la afluencia de encargos de todas partes.
En ellos también se encuentran motivos que van desde la «Heroic Fantasy» hasta el retorno a las épocas bárbaras. Sin embargo, fascinan además las múltiples imágenes en las cuales Rowena utiliza la magia, sea buena o mala, para exorcizar las fuerzas del más allá. De esta fantasía salen espantosos monstruos, gusanos llameantes y con garras, una pesadilla horrible y de grandes dimensiones que cae alevosamente sobre la gente y amenaza con devorarla.
Otras representaciones agradan casi irónicamente, como por ejemplo el coloso que mira desde su trono al temeroso hombrecito que se marcha con su hacha, como un ratón ante el gato. Pero Rowena no sólo ha ilustrado toda clase de temas fantásticos, sino también una innumerable cantidad de libros de ciencia ficción.
Quien se asombre de la adaptabilidad de esta artista, no se asombrará menos del camino creativo de Rowena. Descendiente de una familia de músicos, primero hizo estudios de piano, pero pronto los abandonó para casarse con un soldado a la edad de 17 años.
La vida de la esposa de un soldado no siempre debe haber sido muy divertida, por lo que Rowena aceptó gustosa cuando una vecina suya le propuso un día ir con ella a un curso de dibujo. Este curso fue organizado por el club de mujeres de apoyo a las fuerzas aéreas, donde entonces vivían los Morrills. Rowena sólo tenía 21 años, y hasta entonces jamás había tenido un lápiz de dibujo en las manos. Ante la sorpresa de su maestro, esta mujer mostró un talento fuera de lo habitual; dibujaba como si no hubiera hecho otra cosa en su vida.
A partir de aquel momento, el arte de Rowena se convirtió en profesión, la cual siguió como si fuera posesa por una idea. Sus imágenes eran cada vez más perfectas, y de una forma rutinaria esta zurda conseguía las más difíciles exigencias. Así pues, la fama y el reconocimiento no se hicieron esperar mucho. Pronto el nombre de Rowena Morrill era conocido más allá de las fronteras de su país.
Si se puede dar crédito a sus propias afirmaciones, Rowena se mantiene no obstante a una cierta distancia de lo que publica en sus fantásticas visiones. Así, también sus representaciones del cuerpo humano parecen curiosamente extasiadas. Parece que no corra la sangre por estos seres, los cuales tienen como una piel casi metálica sobre su perfecta musculatura, y cuyos rostros muestran el reflejo de unos fríos sentimientos. El observador raramente se siente influido por las monstruosas visiones de Rowena, y a pesar de ello le alcanzan y asustan como enmarañados sucesos de otro mundo.