Soy autodidacta.
Mi madre siempre ha dicho que «nací con un lápiz en la mano», y en parte tiene razón porque el primer recuerdo que tengo es con un lápiz en la mano. Yo no fui ninguna superdotada, pero le puse tantas ganas, que cuando cumplí nueve años, mi madre consiguió que un pintor me aceptase en su taller. Se llamaba Martín Alda, y lo consideré siempre uno de esos genios desconocidos para casi todo el mundo, menos para una niña que tuvo mucha suerte en tenerlo como maestro.
Empecé a trabajar con 17 años como dibujante de storyboards para productoras de cine. En paralelo vendí comics a editoriales y comencé mi otra carrera profesional en el mundo de la publicidad como directora de arte en estudios y agencias de publicidad.
Salvo los años que he trabajado en agencias, la mayor parte del tiempo he trabajado como ilustradora freelance.
Aunque profesionalmente siempre me he identificado más como autora de cómics. Considero el cómic como una de las disciplinas artísticas más completas porque abarca, además del lenguaje propio del cómic, la ilustración, el arte pictórico, la literatura, el cine… y me ha ayudado a expandir mis conocimientos.
He publicado libros de comics para la editorial francesa Glènat, en revistas especializadas como El Víbora y Eros Comix. He dibujado chistes para revistas y periódicos. He ilustrado libros infantiles, técnicos, manuales, campañas de publicidad, artículos para revistas y periódicos, catálogos, logotipos y un largo etcétera.
Dibujar, dibujar, dibujar… Siempre me recuerdo, me veo y me proyecto dibujando. Dibujar me hace sonreír; entender un poco mejor el mundo y embellecerlo en mi imaginación.
He hecho exposiciones en diversos espacios como el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la Sala Retiro de lo que fue Caja Madrid, y en la galería de arte online Picasso Mío, que me abrió las puertas al mercado internacional, vendiendo cuadros en Estados Unidos.